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  • Italo Riquelme

Analizando personajes | Kyōjurō Rengoku: Un legado marcado a fuego


Aunque enfrentemos el más grande problema siempre hay que hacerlo con la cabeza en alto y una sonrisa en el rostro. Esa fue la enseñanza que nos dejó Kyōjurō Rengoku el Pilar de la Llama de los Cazadores de Demonios de Kimetsu no Yaiba.


Si hay algo que destacaba en Rengoku era su alegría y entusiasmo, así como su potente voz, así como sus brillantes ojos y su cabello, todo parecía estar relacionado al fuego, elemento íntimamente vinculado a él.


Sin embargo, tras la apariencia radiante y alegre de Rengoku se esconde un profundo dolor.


Rengoku nació en una familia de tradición siendo él mismo el hijo de un Pilar de la Llama. Sin embargo, tras la muerte de su madre, su padre perdió la motivación, se dio a la bebida y perdió su puesto, por lo que el joven decidió cargar con la presión de ser la llama que ilumine los suyos, convirtiéndose en el siguiente Pilar de la Llama.


El joven tenía una relación tensa con su padre. Si bien este solía despreciarle al punto de menoscabar su esfuerzo y puesto, Kyōjurō no se dejaba intimidar y se mantenía impasible, siendo el gran soporte de su pequeño hermano Senjurō.


Siempre fue muy apegado a su madre, y esta, antes de morir, le dejó una lección que marcó su ley de vida: Debía usar sus talentos para ayudar a los demás.


Con eso en mente, y durante una misión, Kyōjurō dejó impactados a tres cazadores de demonios novatos (Tanjirō Kamado, Inosuke Hashibira y Zenitsu Agatsuma), quienes le pidieron ser sus pupilos, cosa a lo que el joven aceptó gustosamente.


Lamentablemente esto no llegaría a concretarse dado que Rengoku encontraría su fin a manos de Akaza, uno de los demonios más poderosos. El malévolo ser vio el potencial del joven y le ofreció convertirlo en demonio, pero este lo rechaza, negándose a dejar atrás su humanidad.


No obstante antes de partir dejaría su legado y mentalidad impreso en la mente de sus cuasi pupilos, transmitiéndoles a ellos la enseñanza que le dejó su madre y que marcó el camino que tomaría hasta su muerte.


"Vive con orgullo y la frente en alto. Si te ves abatido por tu debilidad y tus miedos haz arder tu corazón, ármate de valentía y continua tu camino. Aún si te detienes y te acobardas no detendrás el flujo del tiempo. Que el hecho de que estamos llegando a nuestro final no sea causa de tristeza".


Con esto último, Rengoku logró pasar el testimonio de a la siguiente generación, cumpliendo su forma con la misión que le encomendó su madre y marcando a fuego (y nunca mejor dicho) la mentalidad de estos jóvenes.

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